Nos parece un avecilla tan singular y simpática. Tal vez por la forma
de su vuelo. Tan eléctrico, tan cambiante. Y éso sin tener en cuenta el
sistema casi mágico de detener su vuelo sin dejar de batir sus alas.
Además nos abruma con sus colores y su pico, extremádamente puntiagudo y
presto para la captura. Por supuesto, nos estamos refiriendo al
Colibrí. Cuantos daríamos cualquier cosa por poder acariciarlo y jugar
con él. Pero no parece tener la misma intención para con nosotros. Éso
sí. Jamás imaginamos que era poseedor de una lengua semejante cuyo
extremo observamos en ésta curiosa vista a través del microscopio.
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